La motivación es una herramienta fundamental en muchos aspectos de nuestra vida. Mi interpretación personal sobre la motivación es que es un poderoso puente entre las emociones y la razón.
Si por ejemplo quieres mejorar en tu trabajo, puedes pensar en cifras (salario, resultados, objetivos, horas, etc) con esas cifras puedes establecer una estrategia de mejora y seguir unas pautas para conseguir el objetivo. Pero el cerebro, al menos en mi caso, tiene una tendencia obsesiva hacia la felicidad, así que tiende a desviar tu atención hacia aquello que te hace feliz. Entonces una motivación es aquello que traslada un sentimiento de felicidad a la consecución de un objetivo determinado. Si un objetivo te hace feliz, tu cerebro pondrá toda su atención en como conseguirlo y trabajar para conseguirlo será mucho más fácil.
Pero ojo, la motivación es un arma de doble filo y hay que saber que hay muchos riesgos, los principales que yo identifico son :
- Que pasa después de conseguir el objetivo: Cuando conseguimos un objetivo tras el que existía una buena dosis de motivación puede ocurrir que nos sintamos "vacíos". Cosas que antes nos hacían felices porque contribuían a conseguir un objetivo, ahora nos resulta superfluas y sin motivación, todo parece costar el doble. Mi estrategia para evitar esto se basa en nunca plantear objetivos como metas finales sino como puntos de control para el próximo paso. Si por ejemplo me planteo hacer una carrera de 10km se que es solo un paso para hacer una de 21 o para hacer otra de 10 mejor. Esto implica un nuevo riesgo y es que no se puede estar siempre mejorando y de hecho en algunas facetas, como el deporte debemos aceptar que tarde o temprano empeoraremos. Así que en ciertos momentos debemos desviar nuestra atención hacia otras cosas que no sean la pura mejora de los resultados o reincorporar nuevos retos adaptados a nuestra realidad.
- Que pasa si el resultado no cumple nuestras expectativas: Es fácil encajar un mal resultado objetivo si solo nos dejamos llevar por la razón, analizaremos las causas nos plantearemos acciones para mejorar y lo aceptaremos. Pero cuando hemos trabajado con motivación los sentimientos se han visto implicados y por lo tanto la decepción por el mal resultado nos causará tristeza. La mejor herramienta para combatir estas decepciones es fijarse objetivos cercanos y realistas o incluso dividir nuestro objetivo en franjas (si termino me doy por satisfecho, pero si hago menos de xxx horas será la leche). En el caso de dividir el objetivo hay que ser coherente con uno mismo. Hablando de deporte no vale decir "voy a terminar" y a la vez centrar todos nuestros esfuerzos (físicos y mentales) en hacer un determinado tiempo. Es difícil engañarse a uno mismo, al final siempre te pillas...
- El exceso de motivación te puede hacer perder la razón: Como decía, la motivación pretende mover los procesos racionales del cerebro potenciándolos con nuestras capacidades emocionales. Estas últimas son más fuertes de lo que pensamos y si nos dejamos llevar por ellas podemos perder la razón y acabar olvidándonos de otros aspectos de nuestra vida que también deberían ocupar un lugar importante. Es bueno ser emocional, pero también lo es ser lo suficientemente frío o racional para valorar si la dedicación a un objetivo nos esta afectando en otros.
Todo depende de cada individuo, habrá gente que necesite más motivación y gente que necesite menos, lo que si debemos tener claro es que cuanta más motivación exista en un objetivo, más implicación tendremos y por lo tanto más fácil será "quemarse".
Lo ideal sería buscar los equilibrios que nos permitan ser felices y disfrutar de todas las facetas de nuestras vidas, al fin y al cabo ese debería ser nuestro principal objetivo.