Hace algún tiempo estuve comentando con algunos atletas sobre la dieta a seguir la semana anterior a una prueba importante. Algunos recomendaban realizar una dieta disociada que consiste en dividir la semana previa en dos partes, una de descarga y otra de carga.
En la primera parte, del domingo anterior al miércoles, se limita al máximo el aporte de hidratos de carbono de todo tipo intentando reducir de esta forma el aporte de glucógeno a nuestro organismo. Durante estos días realizaremos entrenamientos moderados. De esta forma teóricamente conseguimos "vaciar" los depósitos de glucógeno de nuestros músculos e hígado. En la segunda fase, de jueves al domingo de la prueba se realiza la operación inversa, máximo aporte de carbohidratos para "llenar" los depósitos hepáticos y de nuestros músculos.
La teoría de la dieta en cuestión dice que de esta forma llegas con los depósitos llenos para el día de la carrera tirar durante más tiempo de este tipo de energía y no tirar de grasas (más lentas de quemar).
Pues nada, como no hay nada más gratificante que experimentar con nuestro cuerpo y como los experimentos es mejor hacerlos con gaseosa, no cuando llega una prueba importante, me he decidido a probar esta semana con la famosa dieta.
En breve os cuento que sensaciones he tenido con el experimento, aunque ya os adelanto que la primera fase es muy dura ;-)
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